Las cajas de conexión tenían que
sobresalir de los montantes para que, cuando se atornillaran las placas de yeso, quedaran a ras de éstas y se pudiera acceder cómodamente a su interior. Habíamos intentado conseguir el grueso suficiente poniendo yeso detrás de las cajas, pero dos de ellas se cayeron al suelo al querer meter los corrugados en su interior (los tubos que protegen los cables han de entrar un poco dentro, tal y como se ve abajo). Aunque las otras dos que habíamos colocado sí que
aguantaron su manipulación, decidimos cambiar de táctica con las que nos quedaban por montar y pensamos en utilizar unos trozos de madera como base para separarlas de la pared. Y en algún caso combinar ambos métodos: ganar un poco de grosor con una capa de yeso y sobre ella atornillar el taco.
Para conseguir establecer el grueso que necesitábamos en cada caso, utilizamos una tira larga de yeso laminado que colocábamos por delante de los dos montantes laterales. Esto nos proporcionaba la profundidad necesaria y si con un taco de madera era suficiente, hacíamos cuatro taladros en la pared, lo atornillábamos a ésta y luego, a su vez, la caja a la madera. Si no era suficiente, ponía yeso hasta alcanzar el grueso que faltaba y repetía el resto de la operación. De esta manera quedaron bien fijadas todas las cajas de conexión y pudimos introducir los tubos y sus cables correspondientes dentro.
El paso siguiente era realizar los empalmes entre cables con las regletas reglamentarias. Esto no es complicado en sí mismo, pero si que requiere una gran atención y paciencia, ya que cuando tienes varias docenas de cables metidos en tan pequeño espacio se hace difícil encontrar y empalmar entre ellos los que realmente se corresponden. Hay tres o cuatro colores básicos de cables: marrones para la fase (pueden ser negros también), azules para el neutro y verde-amarillos para la toma de tierra (a veces nos podemos encontrar unos grises que se usan para los interruptores conmutados o los cruzamientos).
Se han de empalmar entre ellos exclusivamente y asegurándonos de que corresponden a los circuitos de iluminación, enchufes o lo que sea. Si no se hace bien pueden pasar dos cosas cuando se de la electricidad: o no funcionará el circuito correspondiente porque no haya alimentación o los diferenciales saltarán porque hay un cortocircuito (para eso sirven los diferenciales, para protegernos de este peligro).
La longitud de los cables siempre ha de ser mayor de la realmente necesaria, ya que no sabemos si más adelante añadiremos, quitaremos o cambiaremos alguna conexión dentro de esa caja. No se ha de dejar tanto como lo que veis arriba (faltan por recortar algunos), pero el resultado final puede ser algo parecido a una jungla de cables y
regletas, y lo más divertido viene cuando se ha de cerrar con la
tapa.
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