Y para nuestra sorpresa, los requerimientos de este nuevo electricista no resultaron tan arduos como nos esperábamos. Como vio que una buena parte de la instalación que habíamos montado se ajustaba a los criterios normativos, que estos los conocíamos y que todo era provisional, la dio por buena y se limitó a reclamarnos una línea adicional para la lavadora (no lo exige la normativa, pero, al parecer, es práctica habitual en las instalaciones nuevas). Me presentó un presupuesto aceptable y, unos días después, se puso manos a la obra. Lo primero fue el cambio de lugar de la caja del contador y la eliminación de los soportes y recipientes varios que lo acompañaban y que afeaban la entrada de la casa.
Aunque después de retirarlos se ven los huecos que han dejado los tacos y regatas en algunos de los ladrillos (como se aprecia arriba), más adelante sustituiré estas partes dañadas por tramos de otros ladrillos que
conservo para el efecto (tras haberlos extraído de un tabique).
Tras añadir una nueva línea para la lavadora, nos pusimos a colocar el cuadro de diferenciales homologado, que lo hemos situado en el cuarto que hay al lado de la entrada y que se convertirá en el garaje. Le conectó la manguera del contador y todas las líneas que tenía preparadas, cableando los diferenciales, interruptores, protectores, "pies" y "pias". También me dejó colgando un enchufe provisional, para que dispusiera de electricidad mientras venían los de la compañía.
Después rompió un par de baldosas del piso, justo debajo del cuadro recién colocado, y se puso a empotrar en el subsuelo una jabalina de dos metros de longitud de cobre (a mazazos... tecnología punta). Cuando consiguió enterrarla, le conectó una grapa y un cable desnudo de 35mms hasta una caja seccionadora (así la denominan) cerca del suelo y desde ésta otro cable protegido de 16 mms que lo empalmó en el cuadro con las tomas de tierra de todas las líneas de la casa. Aunque la pared quedó así, una vez que la cerremos con los paneles de yeso lo único que quedará a la vista será la tapadera.
Tras todas estas operaciones nos extendió nuestro ansiado "Boletín de reconocimiento de instalaciones eléctricas de baja tensión", con el cual acudí a la compañía y, en una semanita más, nos cobraban una pasta, cambiaban el contador y nos daban de alta la electricidad. ¡Por fin!
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