El pentágono que formaba la ducha lo rellenamos hasta la altura de los ladrillos del contorno, pero creando una pendiente hacia el lugar donde estaría situado el desagüe: tiene que haber una cierta inclinación desde los márgenes hacia éste. Entonces colocamos un sumidero sifónico que lleva incorporado un tejido impermeable que se extiende por todo el plato de ducha y se sube unos centímetros por los tabiques, recortándose el sobrante con unas tijeras. Es un combinado muy práctico, ya que así te aseguras que no habrá filtraciones y que todo el agua es recogida por el sumidero. Sobre esta tela impermeabilizada se extiende el cemento cola y se procede a colocar las baldosas. Llegados a este punto se nos ocurrió emular a Gaudí, realizando un "trencadis" (elemento decorativo característico del modernismo catalán) con el resultado que podéis ver abajo.
La verdad es que no fue solamente una decisión estética, ya que las baldosas que habíamos puesto en el baño eran demasiado grandes para obtener una pendiente adecuada con tan poca superficie. Había que cortarlas igualmente si no queríamos hacer una chapuza. Nos dio mucho trabajo, porque este tipo de baldosa que utilizamos es muy dura, pero el resultado valió la pena.
Primero recubrimos los ladrillos con unas tiras de baldosa obtenidas con el cortador cerámico, para delimitar el "trencadis". Luego procedimos a romper en trozos algunas más. Lijé un poco los cantos resultantes con una amoladora provista de un disco de desbastar y los encajé entre ellos de manera más o menos aleatoria. Hay que ir controlando todo el rato el desnivel para que se mantenga una pendiente regular y que los trozos que rodearán el sumidero queden enrasados con éste. Luego se termina de azulejar la pared de ese lado y se pone la pasta de juntas.
Como podéis apreciar en la foto mantuvimos la pared de piedra. Al principio pensamos en poner un cristal delante, para que el agua no incidiera directamente sobre la pared, pero luego descartamos esta idea. Las juntas estaban hechas con cemento monocapa, que repele la humedad, pero las piedras son porosas. Así que nos curamos en salud y le dimos a toda esta pared varias capas de un líquido hidrófugo (aplicado a brocha), que, desde entonces, renovaremos cada par de años. Hay que ventilar bien después de aplicarlo ya que produce un olor muy fuerte y persistente.
Terminado el alicatado, un fontanero instaló el lavabo, los mandos de la ducha y el retrete y unos cristaleros colocaron la mampara de cristal, fabricada a medida.
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