Después de este largo paréntesis de inactividad, de casi dos meses sin escribir, vuelvo a retomar esta bitácora de bricolaje, decoración, reformas y construcción. En este tiempo he estado, primero de vacaciones y, después, ocupado en otros asuntos de los que ya os hablaré más adelante. Ha sido un periodo provechoso, que me ha permitido distanciarme y reflexionar acerca de este proyecto. Hasta ahora os he ido comentando con bastante detalle (o así me lo ha parecido a mi) cada uno de los pasos que hemos seguido en los últimos años para reformar completamente nosotros mismos nuestro piso viejo y convertirlo en un dúplex-loft. Se me había quedado en el tintero la parte final de esta reforma, el proceso de rehabilitación de la cocina y del baño, que para mucha gente es lo máximo que se atreven a reformar ellos mismos.
Aunque también construimos otro armario aprovechando el espacio que ocupa la escalera que da al altillo e hicimos alguna cosilla más, esto lo obviaré ya que fueron procesos parecidos a otros explicados anteriormente.
Las cocinas y los baños son las estancias de la casa que se utilizan de manera más intensiva y, por tanto, que más desgaste sufren. Por ello, casi todo el mundo emprende la restauración de estos espacios alguna vez (o varias) a lo largo de su vida. Esto supone un claro contratiempo e implica, en la mayoría de los casos, el abandono temporal de la vivienda, ya que sin cocina o baño operativos es difícil seguir con la rutina diaria.
Nosotros ya nos habíamos tirado tres o cuatro meses fuera de casa cuando nos arreglaron el tejado (destrozándonos el piso, como os expliqué en las entradas del 26-05-2014 y anteriores). Esta vez no teníamos muchas ganas de hacer lo mismo y nos lo montamos de tal manera que seguimos viviendo en él: el baño lo construimos en un espacio diferente al que ocupaba el viejo, que íbamos a demoler, con lo que mientras construíamos el nuevo seguimos utilizando el viejo; la cocina la reformamos en el mes de agosto, utilizando para ello nuestras vacaciones y aprovechando que es verano, sales más a cenar fuera y puedes dedicarte a comer ensaladas en casa.
De todo esto hablaremos a partir de ahora, aunque es posible que de una manera más sucinta que antes. Saludos.
Aunque también construimos otro armario aprovechando el espacio que ocupa la escalera que da al altillo e hicimos alguna cosilla más, esto lo obviaré ya que fueron procesos parecidos a otros explicados anteriormente.
Las cocinas y los baños son las estancias de la casa que se utilizan de manera más intensiva y, por tanto, que más desgaste sufren. Por ello, casi todo el mundo emprende la restauración de estos espacios alguna vez (o varias) a lo largo de su vida. Esto supone un claro contratiempo e implica, en la mayoría de los casos, el abandono temporal de la vivienda, ya que sin cocina o baño operativos es difícil seguir con la rutina diaria.
Nosotros ya nos habíamos tirado tres o cuatro meses fuera de casa cuando nos arreglaron el tejado (destrozándonos el piso, como os expliqué en las entradas del 26-05-2014 y anteriores). Esta vez no teníamos muchas ganas de hacer lo mismo y nos lo montamos de tal manera que seguimos viviendo en él: el baño lo construimos en un espacio diferente al que ocupaba el viejo, que íbamos a demoler, con lo que mientras construíamos el nuevo seguimos utilizando el viejo; la cocina la reformamos en el mes de agosto, utilizando para ello nuestras vacaciones y aprovechando que es verano, sales más a cenar fuera y puedes dedicarte a comer ensaladas en casa.
De todo esto hablaremos a partir de ahora, aunque es posible que de una manera más sucinta que antes. Saludos.
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