Así era el piso cuando lo compramos. Esta imagen se correspondería con la parte que os mostré ayer pero es difícilmente identificable ya que por entonces estaba la casa dividida en cuartos con pasillos. No sé si se llega a apreciar que los techos eran muy altos, algo típico de las casas antiguas: un sistema para fomentar que el calor del verano se acumule arriba quedando algo más frescas las partes bajas. En esta parte del piso habían dos habitaciones pequeñas, una salita y el pasillo; casi nada, ¿eh? Todo paredes, vamos.
Y este era el piso durante los trabajos de construcción/destrucción. Como podéis ver aquí ya no hay tabiques de separación y se reconoce un poco mejor (es la misma parte de la foto de ayer). Y es que resulta que cuando comenzaron a levantar el tejado, también eliminaron los techos falsos y estos eran los que daban estructura a los tabiques internos del piso. Es como si cogieras una caja de cartón, que parece muy sólida ella cerrada, y le retiras una de las solapas o pestañas; entonces se convierte en algo sumamente endeble y se desmonta con facilidad. Pues algo parecido pasó.
Al romper los albañiles el falso techo, que no era otra cosa que una masa de cañizo y yeso, los tabiques internos de los cuartos quedaron tambaleándose por lo que un fin de semana (mientras proseguían las obras) se nos ocurrió la feliz idea de tirarlos abajo para ver como quedaba el piso. Y nos gustó.
Así estaba el piso un mes después de que se fueran los albañiles. Los fines de semana, mientras ellos estuvieron trabajando y durante un tiempo después también las tardes, nos dedicamos a adecentarlo para poder volver ya que habíamos pedido asilo en casa de la familia y tampoco era cuestión de alargarlo indefinidamente. La "suerte" que tuvimos es que la cocina y el baño, que se ven al fondo a la izquierda, no fueron afectados por los trabajos de demolición y aunque viejos, permanecieron en el mismo estado en que estaban antes.
El próximo día os cuento más. Saludos a todos.
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