Las gruesas paredes maestras de nuestro edificio están construidas con una mezcla de piedras (de todos los tamaños) y mortero de cal (cal, arena y agua). Tres lados de la casa están cubiertos por un revestimiento de yeso, aplicado directamente para enlucirlas. Pero en el cuarto, orientado hacia el este, se levantó en algún momento de la historia un tabique de ladrillo sobre el cual aplicaron el yeso, separado de la pared de piedra por una cámara de aire.
Pues bien, esto lo descubrimos durante los trabajos de
rehabilitación del tejado porque a los operarios se les cayó parte de
este tabique encima. Algunas vigas, además de estar podridas, se habían
hundido un poco porque la pared que las soportaba había ido cediendo. El
mortero de cal se había deshecho y, transformado en arenilla, llenaba
la cámara de aire hasta cierta altura, presionando contra las dos
paredes. Al quitar el techo falso e intentar retirar una de las vigas,
parte del tabique se desplomó; sin consecuencias graves,
afortunadamente. Y lo que vimos detrás fue, más o menos, esto de aquí
arriba.
Digo más o menos, porque estaba recubierto en parte por ese mismo mortero de cal. Por seguridad, decidimos tirar abajo el resto de la pared. Y más adelante, procedimos igual con los otros tabiques del mismo lado. Para eliminar todo el mortero que recubría la piedra utilizamos una sulfatadora que nos prestaron, con la cual proyectamos agua a presión contra el mortero, que se deshacía y resbalaba por la pared hasta el suelo. Luego cepillamos bien los restos que habían quedado incrustados en la piedra.
Aconsejados por los vendedores de una tienda de materiales de construcción compramos para rellenar las juntas un mortero monocapa, que se utiliza para rebozar las paredes que están en exteriores, ya que es impermeable, tiene una buena adherencia y se comercializa en diversos colores. Cemento monocapa es lo que se puso al reformar nuestra fachada; tiene la ventaja añadida de que ya te puedes olvidar de pintarla regularmente.
Pero una cosa es aplicar este cemento sobre una fachada con la llana en plan extensivo y otra muy distinta ir rellenando las juntas entre piedras, que como podéis ver arriba, son de todos los tamaños y formas imaginables. En las zonas donde eran pequeñas terminaba habiendo más monocapa que piedra. Y además, había que procurar no manchar mucho la piedra, porque luego se tenía que limpiar. La de horas que llegamos a gastar en esto. Pero tras muchos días de trabajo el resultado fue éste:
(Continuará)
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