El mortero que utilizamos fue un M7,5, como el usado para recubrir el mallazo. Para poner el suelo hidráulico antiguo no os recomiendo utilizar un cemento cola, ya que estas baldosas son mucho más gruesas y pesadas que las actuales. Han de tener una base firme. Además el aislamiento asfáltico sobre el que se asientan forma pequeñas bolsas que es mejor homogeneizar y aplastar con el mismo peso del suelo.
No ha de quedar demasiado espeso, para que las baldosas (previamente humedecidas) se adhieran bien. Si hace falta, se las golpea suavemente con una maza de goma para nivelarlas, pero hay que tener en cuenta que al hacerlo se expulsa mortero por los lados y pueden desplazarse un poco. Hay que controlar el nivel y el ángulo constantemente. Si no se coloca toda la superficie de una tirada, al final del día hay que eliminar concienzudamente las rebabas que produce el cemento en los bordes de las últimas colocadas, mientras están todavía frescas, para que al día siguiente no nos molesten al continuar trabajando.
Podemos dejar las baldosas entre sí al ras o con un pequeño espacio de separación entre ellas (es lo que hicimos nosotros), que obtenemos mediante la instalación de crucetas del tamaño deseado (2 o 3 mms) en sus cantos. Posteriormente, estas juntas las habremos de rellenar con la pasta del color que elijamos (hay una enorme variedad). No se han de pisar ni apoyarnos en ellas durante el proceso de colocación (al menos en 24 horas); tenemos que trabajar siempre desde fuera del rectángulo que estamos creando. Es muy importante que trabajéis a vuestro ritmo, sin prisas. Así, poco a poco, tendremos lista nuestra "alfombra hidráulica".
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