Eliminado el mortero de cal que había quedado pegado a las baldosas, había que pulir sus superficies. Tras tantos años de uso aparecían descoloridas, con sus tonalidades apagadas y con daños superficiales: teníamos que recuperar el color original que se conservaba en las capas inmediatamente inferiores. En muchos casos bastaba con varias pasadas de la lijadora eléctrica con una lija de grano muy fino (para no rallarlas más de la cuenta) y quedaban casi nuevas. Pero con otras tuvimos que utilizar la amoladora (radial) provista de discos de desbaste. Le quitamos la protección lateral para trabajar mejor sobre la superficie plana del suelo hidráulico, pero siempre protegidos con guantes y colocados sobre una base estable, tal como se ve abajo.
Los discos de desbaste rebajan la superficie sobre la que actúan sacando la capa inferior, pero hay que hacerlo con sumo cuidado,
repartiendo regularmente por toda la baldosa la presión que se ejerce, ya
que si se trabaja mucho rato sobre una misma zona se formarán ondulaciones, que podrán ser más o menos perceptibles a simple vista. Hay que tener paciencia y pasar la amoladora suavemente por la baldosa. Se ha de hacer en un sitio bien ventilado (un patio, por ejemplo) y provistos de una máscara filtradora de partículas (por el polvo que levanta). Una vez lijadas o desbastadas convenientemente, se lavan y ya están listas para ser recolocadas. Siempre hay que disponer de un 10 o un 20 % más de las que necesitamos para el caso de que se nos rompa alguna durante su colocación.
Terminado este proceso, dibujamos con tiza sobre la superficie oscura del aislante asfáltico los rectángulos que habíamos proyectado en el plano. Teníamos que asegurarnos de que estos límites no se desbordaban a la hora de poner las baldosas así que fijamos con pegotes de cemento unos listones de madera de 7x3 cms que nos enmarcarían cada una de las "alfombras hidráulicas" que repartiríamos por el piso.
Además de ser el marco del suelo hidráulico estos listones nos servirían como nivel para colocar las baldosas. Estaban todavía sin barnizar y sin cortar a su tamaño final, ya que la idea era que pudiéramos rectificar todo el rectángulo si se nos iba un poco la mano al colocar las baldosas y ocupaban algo más de lo esperado. Por eso, sólo pusimos inicialmente dos de los listones, formando un ángulo de 90º, a partir del cual comenzamos a colocar baldosas.
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