En la entrada anterior se me olvidó un paso: cuando se tienen preparados todos los testigos se coloca cemento alrededor de cada uno de ellos, formando una especie de galleta que lo afiance pero sin llegar a cubrirlo por encima del nivel establecido. Una vez bien seco, procedemos a crear las líneas que unan entre sí los testigos. Hay que tener siempre a mano algo que nos permita humedecer el mortero durante su proceso de endurecimiento, ya que si se seca demasiado rápidamente (sobre todo cuando hace calor) las grietas están garantizadas. Tal y como se aprecia en las fotos de la entrada anterior y ésta de abajo, nosotros usamos un pulverizador de líquidos de los utilizados para jardín.
Además, son necesarios un nivel, un regle de tres metros para establecer los niveles y otro de un metro o más para ir extendiendo el cemento entre las galletas (nosotros usamos el trozo de listón que aparece en las imágenes), paletas y llanas de acero para manipular el mortero, así como una llana de plástico o goma para alisar su superficie. Para hacer el mortero, que viene en polvo y se ha de mezclar con agua, utilizamos gavetas y espuertas para las cantidades inferiores a medio saco (que son de 25 kg) y la carretilla de arriba y una pala para preparar tandas de un par de sacos. Si vais a mezclar cantidades superiores de golpe lo mejor es que alquiléis una hormigonera eléctrica en algún almacén de construcción.
24 horas después de haber realizado las líneas de nivel, éstas ya se pueden pisar y en consecuencia se pueden rellenar los espacios entre ellas. Procedemos exactamente igual que en los pasos anteriores sólo que ahora la cantidad de mortero a mezclar es masiva y se ha de hacer rápidamente. Lo extendemos entre líneas y lo nivelamos pasando el regle entre una línea y su paralela, expulsando el mortero sobrante hacia nosotros. Humedecemos regularmente durante las próximas 12 o 14 horas y ya tenemos lista la base de nuestro nuevo suelo.
Casi no hace falta decir que para este trabajo hay que utilizar un calzado fuerte y guantes protectores ya que nos movemos constantemente entre las varillas de hierro y el mortero seca y resquebraja la piel.
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