Antes de establecer los niveles exactos, nos dedicamos a abrir los agujeros
donde introduciríamos las vigas. Estas tenían que medir más que el
ancho de la propia casa, ya que queríamos incrustarlas en las paredes.
Claro que también se pueden poner unos soportes externos para apoyar en
ellos las vigas, pero es más seguro a largo plazo embutirlas en los
muros.
Si de un lado al otro de la casa hay 4.70 o 4.80
m de ancho (varía a lo largo del piso) las vigas debían ser de 5 m al
menos. Y os estaréis preguntando como introduces en un contenedor un
objeto más largo que éste. La técnica habitual entre los albañiles
consiste en abrir unos agujeros que atraviesan totalmente una de las
paredes, introducir las vigas en ellos, asentarlas en los del muro
contrario y una vez colocadas en su sitio cerrarlo todo. Pero esto
implica tener que trabajar en el exterior de la vivienda y posiblemente
causar daños en los tejados de los vecinos. Lo cual nos acarrearía problemas. Descartado.
Nosotros decidimos hacer en la pared de piedra a la vista unos agujeros más o
menos ajustados al tamaño de las vigas y en la de yeso abrimos unas
hendiduras de un metro de altura, que se hacían cada vez más profundas
(pero sin atravesar la pared del todo). Por ellas dejaríamos resbalar las vigas
(una vez introducido el extremo contrario en su sitio) hasta encajarlas en su
lugar. Lo podéis ver (aunque está un poco borrosa) en la imagen
superior.
Para abrir los agujeros utilizamos una radial con disco de diamante, ya que algunas de las piedras que encontrábamos en la pared eran mucho más grandes que el hueco previsto y había que cortarlas (y son muy duras). También una maza y un cincel para aquellas partes más profundas donde no se podía introducir la radial.
Un amigo nos prestó un nivel láser, que se pone pegado a la pared a la altura que te interesa y manda un haz de luz al otro extremo del piso. Marcas ambos puntos, colocas un par de clavos y tiendes un cordel de uno a otro, bien tenso. Tiñes el cordel con añil, lo tensas y golpeas levemente la pared. Así queda marcada de azul una línea perfectamente nivelada de un extremo al otro. Repites la operación orientando el láser a la pared contraria y a lo largo de ésta y ya tienes los niveles: a su altura deberán colocarse las vigas.
Lo malo fue que al reforzar la base donde debían apoyarse las vigas (dentro de los agujeros) nos apoyábamos en la pared a la vez que la ensuciábamos de polvo y cemento: así que algunos trozos de la línea se borraron. Tuvimos que recurrir al nivel de agua, ya que no nos podían volver a prestar el láser. Este otro consiste en un tubo largo o una manguera que, levantado entre dos personas colocadas en los puntos que se quieren medir, se llena de agua hasta el nivel deseado en uno de los lados: la columna de agua marcará la misma altura al otro extremo del tubo.
Mañana más. Saludos.
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