Tras haber construido el altillo y reformado las paredes que daban a éste había que darle un acabado al techo, que aparecía todavía desnudo, con los machihembrados de obra (grandes ladrillos planos dispuestos entre una viga y otra) y el cemento de sujeción a la vista. Como os dije en anteriores entradas, en la parte sur de la casa se mantuvieron las vigas de madera originales, mientras que en el lado norte se pusieron de hormigón. Este es el aspecto que ofrecía el techo por entonces:
Aunque estos detalles aparecen un poco borrosos, os queda claro que había que poner algún tipo de embellecimiento para tapar los machihembrados.
Las vigas de madera ya las habíamos restaurado (entrada del 27-05-14) y con las de hormigón teníamos que hacer algo para camuflarlas un poco, ya que no están pensadas para dejarlas a la vista: tienen un acabado muy basto y desentonaban totalmente con las otras de madera. Pensamos primero en forrarlas con unas imitaciones de madera que existen para estos casos, pero resultan muy artificiales: si no tienes vigas de verdad con las cuales compararlas podrían pasar, pero si las tienes, el contraste es muy claro entre las originales y las de mentira.
Así que decidimos pintarlas con un color que diera la impresión que eran de hierro y crear de esta manera dos ambientes diferenciados, pero con el mismo tipo de falso techo entre viga y viga a lo largo de todo el tejado. El altillo ayudaba a recrear esta diferenciación ya que comenzaba a partir de donde acababan las vigas de hormigón, en la pared de la escalera. Continuará...
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