Los que nosotros utilizamos tienen 18 mm de ancho, que es lo más habitual en los almacenes de por aquí. Pero si los ponéis un poco más gruesos vuestro armario ganará en solidez (aunque el nuestro es suficientemente sólido). Y tendréis que preocuparos menos por donde colocar los elementos de sujeción de estanterías y cajones: si sólo instaláis un tablero por cada una de las paredes interiores, entre un espacio de almacenamiento y el siguiente, tendréis que poner a distintas alturas los cajones de cada espacio con respecto al de al lado, ya que si no los tornillos que habríais puesto por un lado impedirán la colocación de los del otro.
Una vez cortados los tableros, lijados y barnizados, éstos se van atornillando a los listones previamente instalados mediante escuadras, tal y como os mostré en la entrada anterior. Mi consejo es que se monten completamente cada uno de los espacios en que se va a dividir el armario, uno por uno; es decir, colocas una de las paredes exteriores, luego una interior y después todos los cajones y elementos que se vayan a instalar en ese espacio. Después se pasa al siguiente. Así, si se ha cometido algún error al tomar las medidas (cosa que no se puede descartar) éste lo desplazas hacia el final del armario, donde ya lo subsanarás. Pero los demás espacios te quedarán perfectos.
Eso fue lo que nos pasó a nosotros: no sé si es que cometimos algún error al medir o que no tuvimos en cuenta el descuadre de la pared o ambos factores conjuntados, pero el último espacio nos quedó algo más ancho de lo esperado. Teníamos dos opciones: colocar el tablero final más adentro de lo calculado (recortando los listones de fijación ya instalados) o adaptar la estantería comercial que habíamos comprado a un espacio mayor. Y optamos por la segunda, poniendo a cada lado de la estantería, en las paredes del armario, sendos listones sobre los que apoyarla (como podéis comprobar más abajo).
Continuará...
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