Instalar los paneles de corcho entre las vigas de hormigón no presentaba ningún problema, ya que éstas están fabricadas con moldes y son muy regulares. Sólo hay que cortar el corcho con una sierra de calar pendular (tal y como se corta la madera) a la medida adecuada para que quede encajado entre vigas y no se caiga, y colocarlo. Pero entre las vigas de madera ya fue otro cantar, puesto que estas otras son absolutamente irregulares, tienen nudos, están ligeramente torcidas, son más anchas de un lado que del otro, etc. Hubo que ir midiendo y cortando cada uno de los paneles una y otra vez, poniéndolos y quitándolos hasta que encajaban bien en sus correspondientes huecos. Menos mal que no pesan mucho. Y con las celosías que colocamos después para embellecer el techo pasó lo mismo.
Como podéis apreciar en la foto (eso creo), las celosías no ocultan completamente lo que hay detrás de ellas y ésta fue una de las razones (además de que es un producto absolutamente natural) por las que nos decidimos por el corcho en vez de la lana de roca: no se desmiga tan fácilmente (recordad que este material pica en contacto con la piel) y es más estético.
Las celosías que pusimos son de madera y miden 2.20x1.10m. Se cortan también con la sierra de calar y hay que barnizarlas o impregnarlas de aceite. Nosotros les aplicamos aceite para teca, que es más rojizo y oscuro que el de linaza (de tono amarillento) y estaría más acorde con el color marrón oscuro de las vigas de madera y el negro de las de hormigón. Hay que tener en cuenta que el aceite para teca, una vez abierto, comienza a oxidarse (cosa que no pasa con el otro) por lo que si dejáis pasar mucho tiempo entre unas aplicaciones y otras los resultados de color irán variando entre el rojo y el marrón.
Colocar las celosías entre las vigas de madera no fue una tarea fácil, ya que eran más grandes y pesadas que las placas de corcho, pero igualmente había que cortarlas a medida, subirlas y bajarlas varias veces hasta que conseguíamos que encajaran (empujando a la vez el corcho hacia arriba) y enseguida clavar unos listones en las vigas (y entre celosías) para que quedaran sujetas.
En cambio, colocarlas entre las vigas de hormigón fue mucho más sencillo: además de su patrón regular, tienen forma de rail de tren, con lo que simplemente había que dejar reposar el corcho y la celosía sobre el saliente inferior y quedaban encajados. Atornillamos unos listones a lo largo de toda la pared y, por fin, dejamos de ver los machihembrados de obra: ahora teníamos un falso techo formado por miles de estrellas.
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