Nuestro piso es un rectángulo de unos 5x13 m (más la terraza y la cocina) a los que hay que restar los espacios que ocupan la escalera vecinal y un tragaluz que sirve para dar luz natural al piso bajo. Mientras que las paredes de la escalera están construidas con ladrillo macizo, formando parte de la estructura de la casa, las del tragaluz son simples tabiques hechos con supermahones y fueron añadidos posteriormente. Pero ambos estaban bien construidos, enyesados y pintados sólo hasta la altura del falso techo; más arriba aparecían hechos de cualquier manera y sin acabar, como podéis ver abajo.
Tras construir el altillo teníamos que arreglar estas paredes para dejarlo todo un poco pulido. Y lo más fácil, rápido y con mejor resultado final iba a ser cubrirlas por placas de yeso prefabricadas. Estas vienen en tamaños de 2, 2.5 o 3 m por 1.2 m y distintos espesores (entre 10 y 13 mm). Pueden ser normales, antihumedad o aislantes del sonido. Están recubiertas por cartón (para darle consistencia al yeso) y se recortan al tamaño que tú deseas muy fácilmente, con un simple cutter. Se instalan atornillándolas sobre una estructura que se fija previamente sobre los muros y que consiste en unos montantes de aluminio que formarán el esqueleto de la nueva pared.
Estos montantes separan la placa de yeso del muro unos centímetros con lo cual crean una cámara de aire que sirve de aislamiento. Si esto no te parece suficiente, se puede rellenar este espacio con paneles de porexpan, lana de roca o corcho para aumentar la capacidad de aislamiento, ya sea térmico o acústico. Eso es lo que hicimos nosotros: a estas placas del altillo les pusimos lana de roca, pero de sus cualidades y defectos hablaremos mañana.
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